Cambiar el enfoque de las imágenes visuales

A favor del estudio de las imágenes mentales en su conjunto
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Este artículo se publicó originalmente en The Junkyard, un blog académico dedicado al estudio de la imaginación.

Los filósofos siempre piden a sus lectores que imaginen cosas, y este artículo no va a ser una excepción: imagine la costa. Seguro que te imaginabas algo así como ver las olas llegar. Pero apuesto a que también imaginó algo de lo siguiente:

  • Oír las gaviotas sobre tu cabeza
  • El olor y el sabor de la sal en el aire
  • La sensación de arena en los pies

Si has imaginado cualquiera de estas cosas, has utilizado distintos tipos de imágenes mentales correspondientes a los distintos sistemas sensoriales. Si imaginas oír el sonido de las gaviotas, utilizarás imágenes auditivas; si imaginas saborear la sal en el aire, utilizarás imágenes gustativas, y así sucesivamente. Aunque a veces imaginamos utilizando solo un tipo de imaginería, a menudo se unen como imaginería multisensorial (Nanay, 2018). Pero a pesar de esta interconexión, un tipo de imaginería ha captado predominantemente la atención de los investigadores: la imaginería visual. En esta entrada de blog, argumentaré que esto ha sesgado erróneamente el estudio de la mente, y utilizaré la afantasía como caso de estudio para poner de manifiesto este punto[i].

Pero primero, ¿de dónde viene el interés interdisciplinar por las imágenes visuales (Currie 1995; Schwitzgebel 2002; Pylyshyn 2002; Kosslyn, Thompson y Ganis 2006; Gregory 2010; Brogaard 2012; Pearson 2020)?[ii] El estudio de la percepción ha sido durante mucho tiempo visuocéntrico, y el estudio de las imágenes no es diferente (O’Callaghan, 2017). El estudio moderno de las imágenes comenzó con un cambio drástico de paradigma: se abandonó el conductismo en favor del cognitivismo (Neisser, 1972). Esto dio el pistoletazo de salida a la investigación sobre las imágenes visuales en la década de 1960, y desde entonces ha habido grandes debates sobre la naturaleza de las propias imágenes visuales y los mecanismos que las generan. El primero se debatió ampliamente durante el Debate sobre las Imágenes, en el que la cuestión central se refería a si las imágenes visuales representan en formato analógico, utilizando variables continuas que representan “espacialmente”, o en formato digital, utilizando variables discretas que representan “lingüísticamente”. El debate dominó la investigación sobre imágenes visuales durante gran parte de los años 70 y 80, y continúa hasta nuestros días (Kosslyn 1973; Pylyshyn 1973; Kosslyn et al. 1979; Block 1981; Pylyshyn 2002; Tye 1991; Pearson y Kosslyn 2015). Más recientemente, se ha producido un cambio de enfoque hacia los mecanismos que generan las imágenes visuales, donde se ha argumentado que la visión y las imágenes visuales se realizan en muchas de las mismas estructuras neuronales (Pearson, 2019; Winlove et al., 2018) y que realizar movimientos oculares, de forma similar a cuando se ve, facilita su generación (Laeng & Teodorescu, 2002).

Pero centrarse demasiado en las imágenes visuales entraña un peligro. Recientemente, ha afectado a la forma de determinar si una persona padece afantasía, una afección en la que una persona no puede imaginar sensorialmente.[iii] Más concretamente, ha afectado al método de muestreo, que es el método utilizado para determinar la muestra de un estudio, cuando se supone que ésta es representativa de la población general. En el caso de la afantasía, la muestra se determina mediante un cuestionario, el Vividness of Visual Imagery Questionnaire (VVIQ) (Marks, 1973), que evalúa si los sujetos pueden generar imágenes visuales voluntariamente. En ella se pide a los sujetos que imaginen visualmente cuatro escenas diferentes y que valoren la intensidad con que les parecen vívidas en una escala del 1 (“ninguna imagen en absoluto”) al 5 (“perfectamente claras y vivas como la visión real”).[iv] Si obtienen una puntuación significativamente inferior a la media, se les clasifica como afásicos. La razón para utilizar este método es que se cree que la afantasía es una condición de imágenes visuales en la que las personas carecen del “ojo de la mente” (Bainbridge et al., 2020; Dawes et al., 2020; Fulford et al., 2018; Greenberg & Knowlton, 2014; Keogh & Pearson, 2018; Milton et al., 2020; Zeman et al., 2020). Por ejemplo, Zeman et al. (2020) definen la afantasía como la “falta de imágenes visuales durante toda la vida” y Dawes et al. (2020) afirman que se trata de una afección en la que las personas “carecen por completo de la capacidad de visualizar”.

Este método de muestreo es problemático por una sencilla razón: la afantasía no sólo afecta a las imágenes visuales. Puede afectar a todo tipo de imágenes. Múltiples estudios han informado de sujetos con imágenes deficientes en todos los sistemas sensoriales (Dawes et al., 2020; Zeman et al., 2015, 2020). Por ejemplo, en el estudio de Dawes et al., los afantasmáticos valoraron la intensidad y claridad de las imágenes en varios sistemas sensoriales, incluidos los sistemas visual, auditivo, táctil, cinestésico, gustativo, olfativo y afectivo, y los resultados mostraron que el 26,2% informó de una falta total de imágenes en todos los sistemas sensoriales, y otro 73,8% informó de una reducción general de la intensidad en todos los sistemas sensoriales no visuales.

Si la afantasía no sólo afecta a las imágenes visuales, tenemos una muestra sesgada, ya que el uso del VVIQ excluye de la muestra estudiada a cualquier persona con deficiencias no visuales. Esto se debe a que el VVIQ sólo hace preguntas sobre imágenes visuales, por lo que una persona que sólo tenga una deficiencia de imágenes auditivas, o incluso una persona que tenga una deficiencia con respecto a todos los tipos de imágenes no visuales, no podría formar parte de la muestra del estudio. Esto es problemático, ya que la muestra del estudio no es representativa de la población afásica general.

Existen algunas circunstancias en las que este método de muestreo podría seguir utilizándose para obtener una muestra representativa. Por ejemplo, si las personas con deficiencias no visuales fueran un subconjunto de las personas con deficiencias visuales, es decir, si todas las personas con deficiencias no visuales también tuvieran necesariamente deficiencias visuales. Pero esto no parece ser así, ya que un estudio de Bensafi y Rouby (2007) encontró sujetos que puntuaban por debajo de la media en la generación de imágenes olfativas sin puntuar por debajo de la media en imágenes visuales. Esto indica que, al menos, las personas con deficiencia de imágenes olfativas no son un subconjunto de las personas con deficiencia de imágenes visuales. Así pues, la muestra recogida por el VVIQ no es representativa.

Por suerte, hay un remedio relativamente fácil para este problema: cambiar el método de muestreo. El estudio de las imágenes no visuales ha ido en aumento en los últimos años, y esta investigación podría informar nuestro método de muestreo. Antes de terminar, permítanme señalar un ejemplo. La imaginería del vino (!) ha sido estudiada por Croijmans et al. (2019), ya que implica imaginería mental multisensorial. Imaginamos ver, oler y probar el vino. En este caso, se ha desarrollado otro cuestionario que investiga las imágenes visuales, olfativas y gustativas: el Cuestionario sobre la intensidad de las imágenes del vino (VWIQ, por sus siglas en inglés). Así que ya tenemos otro cuestionario que evalúa tres tipos diferentes de imágenes mentales, y que podría utilizarse como método de muestreo en la investigación de la afantasía (quizá cambiando el vino por la calabaza para los participantes más jóvenes…). Por supuesto, sigue sin ser lo ideal, ya que omite otros tipos de imágenes mentales, pero nos pone en el buen camino.

Volviendo al argumento general, espero haber ilustrado que debería abandonarse un enfoque limitado de las imágenes visuales en favor del estudio de las imágenes mentales en su conjunto. Utilizando el estudio de caso de la afantasía, he demostrado que este enfoque limitado ha dado lugar a una muestra sesgada y no representativa, lo que a su vez podría impedir a los investigadores llegar al fondo de lo que es la afantasía o cómo afecta a las personas. Como remedio, sugerí adoptar un método de muestreo diferente que se centre en la producción de una gama más amplia de imágenes mentales. El estudio de las imágenes visuales nos ha enseñado mucho sobre la mente, y ahora podemos aprender mucho más estudiando a sus parientes[v].

Notas

[i] El programa Blind Mind’s Eye de Radio 4 de la BBC presenta a muchos afásicos que describen su experiencia con la afantasía y destaca la creatividad de las personas con afantasía (Armstrong, 2020).

[ii] Una excepción notable es la imaginería motora, que se ha estudiado ampliamente en psicología, para un artículo seminal véase: Jeannerod (1994). Aunque no ha gozado del mismo interés interdisciplinar que las imágenes visuales, también ha atraído cierta atención de los filósofos; véase, por ejemplo, Currie y Ravenscroft (1997).

[iii] Otros síntomas son la incapacidad para generar imágenes mentales voluntaria y/o involuntariamente, el deterioro de la memoria episódica y el deterioro de la imaginación futura y atemporal. Véase Blomkvist (manuscrito) para una defensa de la opinión de que la afantasía es una condición episódica del sistema.

[iv] El cuestionario original utilizaba una puntuación inversa.

[v] Para la investigación sobre imaginería auditiva, véase Zatorre et al. (2010), Halpern et al. (2004), Jakubowski (2020); para la imaginería olfativa, véase Gilbert et al. (1998), Bensafi et al. (2005); para la imaginería gustativa, véase Croijmans et al. (2019); para las imágenes motoras, véase Guillot (2020); para las imágenes temporales, véase Viera y Nanay (2020); para las imágenes espaciales, véase Byrne et al. (Byrne & Becker, 2009); para las imágenes afectivas, véase Blackwell (2020).

Referencias

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