Imágenes mentales y proceso de diseño

Cuando supe de la afantasía empecé a preguntarme... ¿Cómo puede influir la intensidad de nuestra imaginación en el proceso de diseño?
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Índice

A lo largo de mis años de estudio del diseño, pasé mucho tiempo reflexionando sobre el proceso de diseño. Nos enseñaron distintos modelos del proceso de diseño y toda una serie de métodos y herramientas para utilizar durante cada una de sus fases. Cuando mis amigos y yo conocimos la afantasía hacia el final de nuestros estudios de licenciatura, empezamos a preguntarnos sobre las imágenes mentales y el proceso de diseño y si la viveza de nuestra imaginación individual influye en nuestro proceso de diseño.

¿Se necesitan imágenes mentales para ser diseñador?

Me topé con artículos y vídeos en los que se discutía si para ser artista o escritor hay que ser capaz de formar imágenes mentales. Unos años más tarde, esto me llevó a querer responder a la pregunta desde la perspectiva de un diseñador en mis estudios de máster.

  • ¿Cómo diseñan las personas con afantasía?
  • ¿Son esenciales las imágenes mentales para el éxito de la práctica del diseño?
  • ¿Cuándo y cómo utilizamos las imágenes mentales a lo largo de las fases del proceso de diseño?
  • Los diseñadores que se encuentran en distintos puntos del espectro de la imaginación visual, ¿trabajan de forma diferente, utilizando herramientas distintas?
  • ¿Podemos beneficiarnos de los métodos individuales de cada uno?

Antes de poder hablar del impacto que las imágenes mentales o su ausencia pueden tener en el proceso de diseño, necesitaba averiguar cómo hablar de las imágenes mentales en general.

Cómo hablan los diseñadores de sus experiencias mentales

Llevé a cabo una serie de experimentos, que se presentan en otro artículo que escribí titulado Visualizar lo invisible, para explorar distintas formas de discutir y representar las imágenes mentales. Para uno de esos experimentos, creé un conjunto de tarjetas que pretenden inspirar conversaciones sobre imágenes mentales. Los probé con pequeños grupos de estudiantes de diseño. Durante estas pruebas, se hizo evidente enseguida que existía una correlación entre la forma de pensar y visualizar de mis participantes y la disciplina de diseño en la que se especializan.

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Todos mis participantes tienen formación en diseño y proceden de la misma carrera. Sin embargo, la mayoría de ellos están especializados en distintos campos. Algunos participantes centran su trabajo en el cine y la fotografía. Describieron sus imágenes mentales con palabras como “ángulo de la cámara”, “movimiento de la cámara”, “escenario”, “perspectiva” y “estudio”. A veces comparaban el proceso de modificar las imágenes en su mente con la edición de imágenes en un programa de retoque fotográfico:

“Es como hacer una foto con una cámara. Es estática y no se puede cambiar ni recrear. Para cambiar algo de ella, tendría que abrirla en Photoshop”.

“Visualizo la concha marina como una fotografía, con paisaje y profundidad de campo, como si hiciera una foto con un teleobjetivo. […] El tamaño de la concha lo define el ajuste de la cámara. […] Si hago zoom, el fondo se vuelve más borroso”.

Una participante que trabaja con collages describió su forma de pensar como “tipo collage”. Otra persona, que se dedica al diseño gráfico clásico y disfruta con las ilustraciones bidimensionales sencillas, mencionó lo mal que se le daba el pensamiento espacial. Mientras tanto, los diseñadores de productos del grupo hablaban de “material”, “planos de despiece” o software de modelado 3D:

“Puedo visualizar el proceso de extrusión de partes de la carcasa, como si trabajara en un modelo en Blender”.

“La háptica de la carcasa es importante para mí. […] Puedo sentir la superficie exacta y cómo está dando profundidad a mi imagen”.

En algún momento, todos los participantes se dieron cuenta de la correlación entre su trabajo y su estilo de pensamiento. Empezaron a debatir si es su software el que influye en su imaginación visual o si es su imaginación la que dicta los medios con los que eligen trabajar. Llegaron a la conclusión de que debe existir un impacto mutuo.

No puedo diseñar sin mi imaginación visual

Me inclino hacia el extremo hiperfantástico del espectro de la imaginación visual. Después de hacer esta investigación, empecé a reflexionar sobre mi propio uso de imágenes mentales a lo largo de mi proceso de diseño y cómo mi trabajo podría depender de ellas.

Cuando recibo un briefing para un nuevo proyecto, inmediatamente me vienen a la cabeza imágenes de posibles resultados. Nunca hago bocetos para que se me ocurran ideas; sólo hago bocetos con la intención de plasmar ideas que ya tengo formadas en la cabeza. Al plasmar mi idea en un diseño, visualizo mentalmente el resultado de cada paso antes de su ejecución. Actualizo mi imagen mental según la obra que veo delante de mí, igual que creo la obra según mi imaginación. Personalmente, no me imagino diseñando sin mis imágenes mentales, ya que no soy capaz de detener su generación constante.

Utilizo imágenes mentales en todas las fases del proceso, aunque puede que no las necesite. Esto me llevó a preguntarme: ¿qué fases del diseño dependen de las imágenes mentales y dónde pueden encontrar problemas las personas sin capacidad de visualización?

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Entrevistas a diseñadores afásicos e hiperfásicos

A continuación, entrevisté a diseñadores afásicos e hiperfásicos, cuyas ideas confirmaron mis suposiciones.

Mis compañeros de entrevista afásicos rara vez hacen bocetos y sienten que no pueden plasmar su imaginación abstracta en imágenes. Por eso prefieren trabajar en proyectos abstractos o conceptuales. Mi compañero de entrevista hiperfantásico genera imágenes mentales claras y sólo las esboza por precisión o para comunicar sus ideas a los demás. De lo contrario, considera que dibujar es una pérdida de tiempo.

Mi compañero hiperfantásico entrevistado se dio cuenta al principio de la escuela de que su imaginación parecía ser más vívida que la de sus compañeros, mientras que los diseñadores afásicos que entrevisté sólo descubrieron su incapacidad para visualizar durante sus estudios de licenciatura. Todos ellos se alegran de no haber descubierto antes su afantasía, asumiendo que podrían haber elegido otra carrera por miedo a no ser lo bastante creativos. No se sienten en absoluto limitados por su falta de imaginación visual y, en comparación con otros diseñadores, son menos propensos a aferrarse a la primera idea que les viene a la cabeza. Además, no observaron diferencias con respecto a otros diseñadores en cuanto a la cantidad de tiempo o ayuda que necesitan para terminar un proyecto. Por otro lado, el diseñador hiperfantástico afirma que su vívida imaginación le provoca una obsesión por los detalles que a menudo le lleva a dedicar a un proyecto más tiempo del que debería.

Una de mis entrevistadas afantasmáticas incluso creó su propia herramienta de diseño que genera imágenes inesperadas que le sirven de punto de partida para nuevos proyectos, haciendo lo que no puede hacer en su mente. Algo parecido me dijo otro diseñador con una imagen mental débil en uno de mis experimentos:

“Trabajo sobre todo digitalmente y, si es posible, con información visual inmediata, por ejemplo, trabajando con sistemas de nodos. Me ayuda a ver y entender lo que ocurre y por qué. También me gusta trabajar de forma abstracta y basándome en coincidencias porque me cuesta encontrar formas concretas y realistas […]”

Diseñar con los métodos de los artistas visuales afásicos

Esto me recordó el proceso de los artistas afantasmáticos. A lo largo de mi proyecto, investigué diversos métodos que permiten a los artistas visuales afásicos crear obras, por ejemplo, siguiendo reglas y cuadrículas, trabajando con los ojos cerrados, utilizando materiales encontrados o imprimiendo/realizando copias del estado actual de su obra para dibujar físicamente sobre ellas en busca de nuevas ideas. Aunque recopilé estos métodos durante mis conversaciones y entrevistas, me basé más en la información que recogí de la Conferencia Extreme Imagination 2021, en artículos compartidos por la Red Aphantasia y en la publicación Extreme Imagination – inside the mind’s eye.

Para mi último experimento, quería aplicar esos métodos del campo del arte al del diseño. Encargué a diseñadores con escasa o nula imaginación mental la tarea de diseñar un cartel utilizando los métodos mencionados.

Al comentar sus resultados, descubrimos que no sólo les gustaba incorporar los métodos a su proceso, sino que ya utilizaban activamente algunos de ellos en su trabajo diario.

Dado que esta prueba estaba dirigida específicamente a diseñadores con poca o ninguna imaginación mental, en el futuro quiero repetir la prueba con diseñadores con imágenes mentales vívidas para ver cómo difieren los resultados.

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Nuestra imaginación influye en el proceso de diseño

Resumiendo mis principales conclusiones: Para ser diseñador no hace falta tener una gran imaginación visual. Sin embargo, el proceso de diseño para quienes sí experimentan imágenes mentales se ve muy afectado por ellas.

Por un lado, el tipo y la calidad de las imágenes mentales de un diseñador parecen determinar los medios que elige para expresarse, así como las herramientas y el software con los que trabaja. Por otro lado, el software que utilizan a diario los diseñadores configura el funcionamiento de su imaginación visual, lo que complementa y agudiza sus imágenes mentales.

Las diferencias descriptibles que he observado en el trabajo de diseño de personas de todo el espectro parecen ser muy individuales y depender más del estilo de imaginación de cada persona que de la viveza de su imaginación visual. Examinar cómo podemos adoptar el funcionamiento de nuestra imaginación individual y cómo utilizar esa función en nuestro beneficio en nuestro trabajo de diseño es mucho más interesante que preguntarse cómo pueden diseñar las personas sin imaginación mental.

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