Cuando el año pasado me invitaron a dirigir un taller para la conferencia Extreme Imagination sobre el dibujo con afantasía, mi cerebro empezó a explotar de ideas. Llevo mucho tiempo impartiendo clases de Pensamiento Visual que combinan el aprendizaje del dibujo y la pintura con la comprensión de la percepción y la visión. Añadir la afantasía a la mezcla parecía no sólo emocionante, sino profundamente coherente. Quería dar a la gente herramientas para contrarrestar la suposición errónea de que si no puedes visualizar no puedes crear visualmente. Han aparecido suficientes artistas, ilustradores y fotógrafos con afantasía, incluso al principio de la investigación, para anular las relaciones causales negativas entre ambos. Llamemos “visualización externa” a la capacidad de crear visualmente, ya sea haciendo mapas o pintando el techo de la Capilla Sixtina. Entonces, ¿por qué no es necesaria la visualización interna para la visualización externa?
La visualización puede no ser visual
La palabra “visualización”, relativamente sencilla de entender, condensa muchos más conceptos que sus ya numerosas sílabas. Esto se complica aún más cuando añadimos la también engañosamente simple palabra “imaginación”. Sabes…
“Imagina una manzana”.

Retrocedamos un poco desde la imaginación, pasando por la visualización, hasta simplemente ver…
“¿Ves una manzana roja?”

Hace tiempo que se sabe que la visión no es una simple reacción ascendente de la retina a los estímulos, sino también una compleja respuesta descendente a la información sensorial que se ve afectada por la experiencia previa, los conocimientos almacenados y las señales contextuales.
¿Cómo de rápido puedes decir el color real de las palabras aquí?

¿Qué tal ahora, recuerda, el color no la palabra que las letras deletrean?

Es un ejemplo del efecto Stroop que demuestra que hay varios factores en juego cuando se ve un conjunto de formas en un color específico. Si una visión aparentemente sencilla se convierte rápidamente en un complejo proceso descendente, la visualización también chocará rápidamente con complejos mecanismos basados en conocimientos previos, suposiciones, contexto y experiencia individual.
Para empezar a entender la pregunta ¿Por qué no es necesaria la visualización interna para la visualización externa? tenemos que mostrar cómo el término “visualización” es un fenómeno complejo y no simple; un término paraguas que denota una miríada de procesos interrelacionados en el cerebro, muchos de los cuales no son visuales en absoluto.
En la definición e identificación de la propia afantasía resulta crucial el ejemplo de la imaginería mental, un concepto que debe desglosarse al menos en imaginería objetal (evocación de imágenes pictóricas) e imaginería espacial (evocación de respuestas espaciales). Esta podría ser la razón por la que, en contra de las primeras hipótesis, las personas con afantasía son en realidad muy buenas en tareas de rotación mental como la que se muestra a continuación (en la que hay que identificar cuál de los cuatro objetos tridimensionales inferiores es el mismo que el primero sólo que rotado de forma diferente).

Para completar estas tareas, se pensó que sería necesaria la visualización entendida como imágenes de objetos. Si así fuera, las personas con afantasía estarían mucho peor, lo que contradice los resultados reales de la investigación.
Así, la “visualización” incluye lo visual, pero debe ampliarse para incluir las imágenes espaciales; el efecto Stroop apunta a la interferencia de la cognición verbal en la visión; e incluso puede que necesitemos incorporar conceptos de “imágenes” hápticas, “imágenes” acústicas y otras formas sensoriales de imaginación menos estudiadas.
Visualización e imaginación: Una correlación errónea
La “imaginación”, que es el núcleo del término “afantasía”, nos permite jugar con más elementos en movimiento. Afantasía significa carecer de imaginación. Las etimologías tanto de la fantasía como de la imaginación están vinculadas al hacerse visible y a las imágenes, y sin embargo el uso aceptado de la imaginación va mucho más allá de la esfera visual (algunos se resisten al término afantasía por este motivo).
En defensa semántica de la palabra, es fácil decir que en un contexto de investigación sólo se considerará que la afantasía se refiere a lo visual y, sin embargo, la complejidad y los supuestos en torno a la rotación mental y el efecto Stroop demuestran lo difícil que es trazar líneas claras entre los distintos procesos cognitivos. Durante la conferencia Extreme Imagination 2021, la Dra. Fiona MacPherson abordó la necesidad de ser cuidadosos a la hora de clasificar e identificar los supuestos arraigados sobre visualización, imaginación y percepción que puedan estar afectando a los parámetros de investigación.
Lo que está claro es que a muchos pintores, arquitectos, fotógrafos, ilustradores y otros artistas visuales no les ha frenado su imaginación no visual. Y es crucial recordar este hecho. Especialmente a medida que la afantasía se va conociendo, la gente se da cuenta de que puede tener formas distintas de desarrollar su creatividad. Esto es maravilloso, ya que para muchas personas es un alivio y una alegría identificar cómo puede estar procesando la información su cerebro. Al mismo tiempo, no debemos caer en la suposición de que tener afantasía limitará lo que podemos hacer.
Y por eso pensé que sería estupendo organizar un taller de dibujo…
Aprender a ver para dibujar
Quería que la gente se diera cuenta de que la capacidad de dibujar, pintar o crear visualmente puede desarrollarse independientemente de si se tiene afantasía o no. El tópico más dañino que asoma la cabeza, y no se limita a los que padecen afantasía, es: “Oh, pero soy un inútil dibujando”. O: “Sé hacer matemáticas, pero siempre se me ha dado fatal el arte”.
A menudo pregunto a la gente si espera despertarse por la mañana sabiendo hablar alemán o árabe. A menos que hablen alemán o árabe cuando se van a dormir, la respuesta es invariablemente “por supuesto que no”. ¿Por qué pensamos que un lenguaje como el dibujo va a ser diferente?
Creo profundamente que todo el mundo puede aprender a dibujar. O, lo que es más importante, aprender a ver para dibujar. Si somos videntes, la forma en que aprendemos a ver está calibrada para nuestras tareas cotidianas; para movernos y comunicarnos. Para reconocer manzanas. Para dibujar algo que emule lo que estamos viendo, tenemos que recalibrar el condicionamiento descendente de nuestra comprensión visual para que pueda asumir una nueva función. Al igual que cuando aprendemos a hablar alemán o árabe, donde tenemos que volver a entrenar las cuerdas vocales y añadir nuevos caminos simbólicos o sintácticos, nos estamos adaptando al uso de una nueva lengua.
Aunque el proceso de aprender a dibujar para alguien con afantasía será muy parecido al de alguien con hiperfantasía o alguien con un nivel más medio de fantasía, es comprensible que nos preguntemos: ¿cómo puede afectar la afantasía a la forma de dibujar o de aprender a dibujar?
La neurodiversidad hecha tangible
La mayoría de las personas con afantasía habrán pasado por esas alucinantes primeras conversaciones en las que se dan cuenta de que su cerebro funciona de forma diferente a los demás en lo que se refiere a la visualización interna. Ya sabes, esa incredulidad mutua cuando alguien con la capacidad de visualizar se da cuenta por primera vez de que para ti hay un espacio visualmente en blanco y tú te das cuenta de que para ellos la simple afirmación “imagina una manzana” no es metafórica.
La conciencia de cómo la afantasía afecta al dibujo o al aprendizaje del dibujo es especialmente importante para los profesores, como lo es toda sensibilidad hacia las formas neurodiversas de aprendizaje. Los métodos normalizados han supuesto durante mucho tiempo procesos y métodos cognitivos que no están disponibles o no son útiles para todo el mundo. Muchas personas con afantasía se habrán alejado del mindfulness gracias a profesores que, aunque no pretenden hacer daño, insisten en un lenguaje anclado visualmente en los ejercicios guiados y la meditación. Mientras que otros ejercicios basados en la conciencia somática de la respiración y el desarrollo de la agudeza interoceptiva serán igualmente útiles y agradables, ya que no es necesario invocar un proceso visual.
Con el dibujo, gran parte del proceso de aprendizaje también es común a muchas formas de neurodiversidad. Como en todos los procesos de aprendizaje, especialmente cuando hay agilidad muscular de por medio, no hay soluciones rápidas ni atajos masivos. Aunque no creo en la regla de las 10.000 horas, será necesaria una cierta cantidad de práctica deliberada, personalizada y guiada. Del mismo modo, no existe una fórmula para que las personas con afantasía aprendan a dibujar de la noche a la mañana.
Buscar herramientas que diferencien a las personas con afantasía puede ser una energía mal enfocada; querer encontrar la panacea individualizada definitiva que asuma que todas las personas con afantasía son
igual. La sensibilidad y el lenguaje inclusivo, así como la enseñanza individualizada, son fundamentales; esto podría equipararse a sustituir unas tijeras para diestros por un par para zurdos, pero sigue siendo necesario disponer de una completa caja de herramientas para luego elegir las que mejor se adapten a su forma de trabajar y a sus intereses.
Herramientas útiles Parte 1: Bucle de realimentación constante
Una de las posibles correlaciones que aparecen cuando las personas con afantasía realizan obras de arte, o visualizaciones externalizadas, es la necesidad de adoptar el bucle de retroalimentación que externaliza explícitamente el proceso visual. Independientemente del estilo de dibujo, dado que la falta de visualización interna crea una pausa visual entre la imaginación y la aparición en el papel, es necesario salvar o reconocer ese silencio visual.
En el taller, animé a la gente a que pusiera algunas marcas ligeras desde el principio, sabiendo que estos cimientos son maleables y que cambiarán y permanecerán abiertos el mayor tiempo posible. Al anotar algunas notas rápidamente, se pone en marcha el bucle de retroalimentación necesario entre la mente, la mano y la página. Mantener esta fase suelta y abierta permite que las cosas cambien y se adapten para seguir la sensación inicial que se tiene como punto de partida, el modelo con el que se está trabajando o el proceso exploratorio.

Poner estas marcas es como crear lentamente una red móvil que puedes empujar y tirar para que se convierta en la base de tu dibujo. Cuando decidas que quieres algo fijo o anclado, puedes oscurecer la marca. También es muy divertido.
Herramientas útiles Parte 2: Formas, cartografía e imaginación espacial
Me gustaría invitarte a pensar en cómo recuerdas la información. En primer lugar, te pediré que hagas algo y, mientras lo haces, observa qué cosas te vienen a la mente:
Piensa en un triángulo.
¿Crees que entiendes la palabra y sabes lo que es un triángulo? Quizá podrías explicarle a otra persona qué es un triángulo. Dependiendo de tus intereses, puede que aparezcan algunas fórmulas o que pienses en palabras como equilátero, isósceles, escaleno e hipotenusa. Quizá recuerde un edificio con un elemento triangular y piense en el típico tejado en forma de V. O puede que su mente se calme rápidamente tras el momento inicial de identificación.
Dibuja un triángulo.
¿Fuiste capaz de dibujar un triángulo? Todos los participantes en los talleres lo estaban, así que es posible tener un marco en la mente, pasar por alto la visualización y aun así plasmarlo en un dibujo.
Dibujar un triángulo puede parecer excesivamente sencillo, pero a la hora de dibujar resulta extremadamente útil reducir ideas y aportaciones complejas a fundamentos simples, formas geométricas y los principios básicos de la asignación de un punto respecto a otro. He aquí un ejemplo visual de cómo la cartografía y las formas simples pueden ayudarnos a construir imágenes mucho más complejas y sutiles:

Como me interesaba trabajar con la figura humana y explorar el poder expresivo del gesto, y como mi imaginación me permite utilizar la comprensión espacial, decidí aprender algo de anatomía. Me pareció indispensable para mi caja de herramientas. Alguien que quiera trabajar con composiciones abstractas, color y luz, o que no se maneje fácilmente con las señales espaciales, puede optar por centrarse en otras herramientas.

Herramientas útiles Parte 3: Trabajar a partir de referencias
Tengo una preferencia clara cuando trabajo: tener algo a partir de lo cual trabajar. Y en esto puede influir mi afantasía. Tener una referencia visual te permite tener dos puntos de referencia a cada lado del silencio visual que hay entre imaginar y aparecer. También es, en parte, una elección, ya que, para mí, adoptar el bucle de retroalimentación externalizada es más divertido y receptivo cuando tengo un modelo a partir del cual trabajar. Ya se trate de alguien que se sienta para pintar o dibujar, o de objetos a partir de los cuales trabajar, disfruto con la complejidad conceptual de traducir las tres dimensiones a la bidimensionalidad plana del papel o el lienzo.
Para una persona con afantasía, trabajar a partir de referencias (ya sea a partir del natural o de fotografías) puede suponer un trampolín para iniciar el proceso creativo e incluso puede convertirse en la base de su práctica.
Aunque a veces utilizo fotografías, no encuentro el proceso tan atractivo y divertido. En parte, porque estás delegando gran parte de la toma de decisiones en los procesos mecánicos y digitales ocultos que preceden a la imagen, pero sobre todo porque me fascina cómo la forma y la luz se unen y pueden aplanarse artificialmente de un modo tentador y profundamente absurdo, incluso antitético. Es parte de lo que me atrae de hacer obras sobre una superficie plana.
Como consejo para las personas que quieran o necesiten trabajar a partir de referencias fotográficas, les recomiendo que también encuentren ocasiones para trabajar a partir del natural (como participar en sesiones locales de dibujo al natural u organizar un grupo en el que se sienten unos para otros para retratarse), de modo que puedan comparar el proceso con el uso de imágenes. Si decides trabajar a partir de fotografías y no quieres limitarte a copiar, te recomiendo que tengas varias imágenes de lo que estás dibujando. Tener puntos de vista desde distintos ángulos permite comprender cómo funciona la forma, además de crear un estímulo más completo a partir del cual trabajar.
Herramientas útiles Parte 4: Explorar soluciones creativas
No creo en las reglas, pero si alguna vez ha habido una máxima útil, puede que sea ésta: Concéntrate en lo que puedes hacer, no en lo que no puedes hacer. Si sabes que necesitas resolver un problema que se interpone en el camino de lo que quieres hacer a continuación, y la respuesta no está clara, entonces tienes que empezar a experimentar para encontrar posibles soluciones.
Esto me ocurrió cuando quise pintar unos humanoides quiméricos; cuerpos humanos con cabezas que eran a la vez híbridos humanos y animales. Empecé a mirar muchas imágenes en Internet de diferentes animales e hice algunos bocetos, pero esto no me acercó a la fusión de ambos. Otra persona podría visualizar este híbrido internamente en su mente, pero yo sabía que eso no me iba a ayudar, así que busqué otra solución. Resultó ser bastante sencillo: papel de calco.
Hay muchas maneras de resolver los obstáculos que se nos presentan, así que es cuestión de probar cosas y experimentar.

Herramientas útiles Parte 5: Disfruta de la magia de la prestidigitación
Me gusta utilizar la palabra “conjurar” en lugar de imaginar o visualizar, ya que se ajusta mejor a la sensación a menudo amorfa y no visual que tienen las personas con afantasía cuando traen algo a su mente (y porque una pizca de magia nunca viene mal a la imaginación). Igual que no poder visualizar no significa que no puedas imaginar, no poder visualizar no significa que no puedas conjurar algo que no está ahí de forma tangible. Cuando recuerdo a mi abuela, una mujer maravillosa, fuerte y hermosa que ejerció una profunda influencia en mí, no siento pena porque no pueda “ver” su rostro. Recuerdo los momentos que compartimos juntas, el modelo de conducta que era, la pasión con que enseñaba y ayudaba a los demás, su cariño y amabilidad, recuerdo los gestos que utilizaba, las emociones que provocaba en mí. La profundidad de mis recuerdos es mucho más profunda y polifacética que una instantánea visual.
Y, en cualquier caso, todos sabemos que reescribimos nuestros recuerdos cuando accedemos a ellos, así que a medida que la recuerdo, el recuerdo crece y se transforma de una forma maravillosamente humana. No siento que me la esté perdiendo por el simple hecho de no poder “verla”. Siento y comprendo e intuyo y celebro y disfruto de quién era. Incluso como persona con afantasía, dispongo de todas estas herramientas y claves semánticas que influyen en mi forma de dibujar. Para muchos de nosotros, la capacidad de expresar emociones es un aspecto importante del dibujo.
Correlación, no causalidad
Los ejemplos anteriores no son sólo herramientas útiles para las personas con afantasía, sino para todo aquel que quiera dibujar. Mantener las cosas abiertas es una buena práctica para todos los artistas y a menudo da lugar a obras mucho más atractivas y emocionantes. Simplificar, recurrir a los primeros principios de la geometría y trazar mapas son algunos de los elementos básicos de la caja de herramientas de dibujo de cualquiera. El uso de referencias, como el trabajo con modelos, es algo que para muchos artistas es fundamental en su proceso. Y buscar soluciones creativas es la esencia de la expresión artística. Por lo tanto, es importante recordar que la elección de utilizar estas herramientas no está causalmente vinculada a la afantasía, sólo son consejos útiles, y si los artistas con afantasía eligen dar prioridad a estas herramientas se trata, como mucho, de una correlación y no de una necesidad nacida de una limitación.
Me fascina la predisposición del cerebro a crear relatos, llenar lagunas y encontrar patrones. También desconfío sanamente de ello, ya que puede llevarnos a embellecer correlaciones y deleitarnos con el sesgo de confirmación. Este equilibrio de entusiasmo y escepticismo ha alimentado mi trayectoria desde que descubrí que tenía afantasía y cada vez que me han pedido que hable y escriba sobre sus efectos en mi forma de trabajar. Los consejos útiles y las herramientas útiles son sólo consejos y herramientas. No existen reglas rígidas y rápidas sobre cómo trabajar para nadie, y mucho menos para alguien con afantasía.
En la otra cara de la moneda, en el reino de los vasos medio vacíos, he conocido a algunos que optaron por utilizar su afantasía como profecía autocumplida y justificación de lo que aparentemente no pueden hacer, por ejemplo, dibujar. Esto me entristece porque sé que se debe a que no se les han dado las herramientas para trabajar con su forma de ser, en lugar de contra ella. Todos somos diferentes y aprender a celebrar esa diferencia es una de las cosas más vitales que podemos hacer.
Resistir la tentación de la comparación
Parece lógico, pues, que compararnos con los demás nunca será un ejercicio útil. Siempre he impartido clases en grupo para principiantes y artistas en activo codo con codo, en las que cada uno trabaja a su ritmo y se crea una dinámica de grupo simbiótica en la que los principiantes recuerdan los fundamentos a los artistas más experimentados y los que tienen más experiencia ayudan a inspirar a los principiantes.
Si sigues mirando por encima del hombro a los demás para comparar tu nivel, no sólo estás haciendo que el proceso sea estresante y cerrando tu receptividad al aprendizaje, sino que es probable que estés haciendo comparaciones perjudiciales para ti mismo y para los demás (por lo que sabes, la persona que está a tu lado puede haber estado dibujando todos los días durante décadas o puede haber sufrido recientemente un derrame cerebral y estar aprendiendo a dibujar para su nuevo yo).
No comparar ni juzgar crea un entorno de aprendizaje enriquecedor y demuestra rápidamente que la comparación es un ejercicio inútil. Un entorno sin prejuicios ayuda a fomentar tanto la apertura a los demás como la confianza individual. Al fin y al cabo, tienes que desarrollar lo que te funciona y lo que satisface tus intereses y tu curiosidad.
Elige bien a tus profesores
Especialmente cuando estamos aprendiendo algo nuevo, a menudo buscamos validación externa y a alguien con experiencia para saber si vamos por el buen camino. Por supuesto, esto es natural y, en parte, es la razón por la que buscamos personas que nos enseñen habilidades. Nos basamos en su experiencia y sus comentarios para adaptarnos a medida que aprendemos. Por eso es tan importante, siempre que sea posible, elegir cuidadosamente a los profesores. He oído muchas historias de profesores que han apartado a los alumnos del aprendizaje de por vida y siempre me rompe el corazón.
¿Qué hace que un profesor sea solidario? Alguien que:
- Cuestiona sus propios conocimientos y está abierto al aprendizaje.
- Puede explicar el porqué de un método que está enseñando.
- Reconoce sus limitaciones y te ayuda a encontrar una respuesta si no la conoce.
- Le escucha y adapta sus explicaciones a sus necesidades.
- Crea un entorno enriquecedor en el que puedes aprender a tu propio ritmo.
¿Qué me haría dudar de un profesor? Alguien que:
- Está rígidamente seguro de sus métodos y habilidades.
- Te dice lo que tienes que hacer sin explicarte por qué.
- Es reactivo y se pone a la defensiva cuando se le pregunta algo cuya respuesta desconoce.
- No adapta su enseñanza a ti o, por ejemplo, se niega a entender tu explicación de que tienes afantasía (desgraciadamente, esto ocurre).
- Crea un entorno competitivo.
Eso no significa que no haya ejercicios que todos deban hacer, ni que no haya momentos en los que un buen profesor te empuje suavemente fuera de tu zona de confort, todo esto forma parte del proceso de aprendizaje. Pero siempre debes sentirte escuchado y apoyado.
Dos palabras que para mí resumen un entorno enriquecedor para el aprendizaje (aplicables a todos los implicados) son generosidad y curiosidad.
Autoconciencia y autoaceptación
Una parte del desarrollo de la confianza de las personas en sus crecientes capacidades consiste en darles las herramientas para que sean conscientes de sí mismas y se conviertan en sus propios maestros. A la larga, lo mejor que puedes desear para cualquier persona a la que estés enseñando es que ya no necesite tu orientación.
En la conferencia Extreme Imagination, varias personas se refirieron a su afantasía como un superpoder. Se trata de una reconfiguración refrescante de las formulaciones negativas más habituales. Me han dicho: “¡eso debe ser horrible para un pintor!” Aparte de no dejar nunca de divertirme la falta de tacto de la gente, delata el error de ver automáticamente cualquier cosa neurodivergente como un problema.
El generoso pensador Paul Heilker ha centrado parte de su investigación en su concepto de “estar en el mundo a través de la retórica”, incluyendo cómo ha aprendido nuevas formas de estar en el mundo gracias a su cercana experiencia con el autismo. La retórica que construimos y que mediatiza nuestras interacciones está influida por cómo está construida nuestra arquitectura neuronal y, cuanto más abrazamos diversas formas de estar en el mundo, más abrazamos el potencial de nuestra inteligencia colectiva.
Elegir lo que más le conviene
Los artistas, escritores, ilustradores, fotógrafos y todas las personas que trabajan con sus impulsos creativos no están limitados por su afantasía y no existe una fórmula única para que realicen su obra. Para mí, descubrir que tenía afantasía supuso un fascinante viaje de descubrimiento y, retrospectivamente, identifiqué en qué aspectos podría haber contribuido a mi forma de aprender y disfrutar trabajando. El aprendizaje de la anatomía cumplía el requisito de utilizar los primeros principios y la comprensión espacial, pero también conozco artistas que no tienen afantasía y utilizan la anatomía. Mi amor por el pensamiento verbal parece coherente con alguien que no puede visualizar internamente y ha priorizado otro método cognitivo, pero he conocido a personas con afantasía que no disfrutan tanto de los métodos verbales. Mi confianza en trabajar a partir de referencias y con modelos podría parecer razonable, dada la distancia visual entre imaginar y aparecer, pero conozco artistas que aprovechan esta distancia para explorar adónde les llevará lo desconocido.
Puede que haya correlaciones que descubrir, pero en última instancia la forma en que trabajamos es siempre una elección.